lunes, 10 de junio de 2013

BIOGRAFIA POÉTICA DEL PINTOR DE LA LUZ



 Hace un par de años y en colaboración con CARLOS 

BERMEJO, edite el libro SOROLLA: BIOGRAFÍA POÉTICA 

DEL PINTOR DE LA LUZ, con la siguiente dedicatoria:

   A todos los que han hecho de la pintura y el arte, la inspiración, el ideal y la luz de su existencia. 

  Ahora recojo en este mi blog, alguno de los poemas del libro para dejar constancia de su existencia y  por ser mi primer libro impreso, represento para mi el logro de una ilusión.


                              DESPERTAR A LA VIDA Y AL ARTE                               


   foto















        Nacimiento 
                     


Fue un día, claro 

de luz hecho imagen. 

Fue un frío febrero, 

luminoso y glacial, 

que presentía  azahares 

y suave olor a sal.



II



Su madre Concepción,  

lo contempla extasiada 

y lo mece en la cuna 

hecha de luna clara 

               con sábanas bordadas 

de cristal y de plata.



III


Cuando el niño Joaquín  

apenas gateaba  

un siniestro destino 

cruel les acechaba.


Muerte silenciosa  u

se acercó sin ser notada, 

helando sus perfiles 

una tarde cansada. 

               Se llevó a los esposos 

antes de dar el alba.







                                                AÑOS DE FORMACIÓN





FOTO



          



                        Forja de un pintor


           Transcurrieron los años silenciosos
               en que se fraguan los sueños
                   más hondos y recónditos.

             Al pie del yunque de fuego y oro
              que cincela un alma pura y bella.

               Su juventud se fue forjando,
             fuerte , arrogante, impetuosa,
           deseando alcanzar alguna estrella





f



                                   Pasión  creadora

             Tras los muros ardientes del Templo del Arte
todo un mundo de misterio se escondía :
Paletas de colores, pinceles , armonías
            sedujeron al pintor desde el primer día.










Y Llama amorosa

Un amor recio y fogoso 

irrumpió en su corazón, 

toma a Clotilde García, 

hija de su protector, 

como musa de sus sueños, 

consejera, amada esposa, 

señora de su destino, 

compañera de su vida, 

su más bella inspiración. 

                                       
             

Briznas de fuego corrían por sus venas, 

el sol hizo de sus lienzos su morada, 

y la vida rutilante y cegadora 

se quedó para siempre en su mirada. 


Velas blancas atestan el amplio mar, 

esculpe las arenas de las playas; 

sugestivos contrastes de oro pálido 

surgen en sus marinas claras. 


Y una vida de luz y de pureza: 

turquesa, esmeralda, rosa, malva… 

queda en su obra reflejada  

inmortal al tiempo y la nostalgia.



III 


El genio de la pintura  

ha encontrado su credo. 

Así proclama, firme, convencido, sereno, 

que más allá de la belleza natural, 

todo es desolación, llanto certero.


Amor a la luz, pasión por la alegría, 

libertad triunfadora y pura vida. 

será la esencia de su filosofía. 





Dulces corceles 

volvían silenciosos 

por la orilla lejana 

de las mareas altas.

Y fue el artista, 

despierto en la alborada, 

quién supo dibujar 

su pura imagen clara 

para hacerla vivir eternamente 

en el blanco lienzo dibujada.



                   Retazos

             



Dibujó con fervor apasionado 

los pueblos de España, 

tiñéndolos de luz tornasolada, 

rojo cadmio, azul de plata.

Luminosas escenas  

de  fuerte intensidad  

darán vida a unos muros  

de frialdad glacial. 



Pintando sonrisas

                   

VI


Y pintó surtidores de colores cambiantes, 

cuando los niños juegan a salpicar el agua 

buscando desnudar su alma entre las barcas. 

 Risas, olas, velas, gaviotas, 

bajo el sol matinal 

se plasman  en sus lienzos 

con dulce olor a sal.

La enfermedad

XI

Callar, observar con el alma 

 el silencio ardiente, llama dócil, 

ceniza gris del sol más poderoso 

inunda los perfiles 

de las tardes cansadas.

En el jardín de azahares, 

florecido de nostalgia clara, 

de fuentes cantarinas  

y recuerdos amables 

pasó sus últimos atardeceres, 

entre bronces, estatuas y claveles. 

Allí le sorprendió un rayo certero











 

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